Estuve pensando días, meses, anos y no logro encontrar la manera de llegar a esa persona, que alguna vez paso por mi vida, de una manera tan importante, marcándome como un tatuaje su sonrisa, su escucha, su mirada y muchas veces hasta tan solo con su presencia.
Delibero una y mil maneras de acercarme a través de algo o de alguien…
Llegue a la solución de que seria mucho mas encantador y valioso, pasar desapercibido en mi presencia y obsequiarle un regalo que jamás olvide y que tan solo al mirarlo, pueda descubrir de quien proviene.
Hace unos días me cruce con quien seria la persona que me suministraría lo que ya tenía decidido; una caja enorme del tamaño real de una persona, que por fuera luzca un envoltorio con su color preferido y por dentro tan solo quede el espacio vacío, ese espacio que ocuparía mi cuerpo.
La reflexión que me llevo a decidir definitivamente que ese seria mi regalo, fue recordar lo valioso que fue ese ser en mi vida, cuando yo me sentía vacía por dentro; y que en esos momentos mas oportunos, su color preferido me obligaba a buscarlo en todas los momentos que yo me sentía sola y a punto de derrumbar. Era alucinante estar convencido de que en la búsqueda de ese color, en el lugar que me encontraba triste, lograba que todos mis malos pensamientos se disminuyeran a recordar su sonrisa, sus palabras y sus reflexiones de que la vida se podía saborear tan solo desde uno mismo sin importar ni esperar nada de nadie.
Decididamente, llego el día que lo envié y todavía no pude saber cual fue su recepción; pero eso ya no importa, porque el mejor regalo que se merecía, lo tiene ahora en sus manos.