Consumo consciente

El consumismo crece cada día más y, como consecuencia, aumenta la degradación gradual del medio ambiente. Son innumerables los impactos causados a la naturaleza por nuevas tecnologías y productos como ropas, calzado, cosmético y otros adquiridos de forma excesiva y desnecesaria.

Para que esta situación, por lo menos, sea estabilizada, son necesarias actitudes que nazcan de los hábitos de consumo más conscientes. Con actitudes simples a la hora de comprar y de la utilización de algunos productos.

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El consumo consciente no significa tener que privarse de una vida más confortable, sino reducir, reciclar y reaprovechar todo lo que sea posible.

Todo tipo de consumo provoca impactos ambientales y sociales. Esto significa que antes de cualquier compra, eliminación de basura y todas las actividades relacionadas a la utilización de los recursos naturales, el consumidor tiene que estar consciente de su responsabilidad junto con la naturaleza.

El ahorro del consumo de agua, por ejemplo, es un ejemplo excelente de un consumo consciente. Al fin y al cabo, aunque este líquido sea abundante en la Tierra, ya hay una falta de agua potable en todo el planeta, debido al desperdicio y utilización desmedida y sin control. Una buena manera de economizar agua es cerrar el gripo en el momento que te limpias los dientes. En estos pocos minutos que te cepillas los dientes con el grifo abierto, son suficientes para gastar aproximadamente 120 litros de agua, que esta cantidad es igual a la que permite suplir las necesidades diarias de un niño.

Otra manera de practicar el consumo consciente está unida al correcto desecho de pilas y baterías, ya que son productos altamente contaminantes, que pueden contaminar tanto el agua como el suelo. En todas las ciudades hay locales específicos para la colecta de estos materiales. 

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